miércoles, febrero 20, 2008

Las Hilanderas


"Las Hilanderas". Diego Velázquez. S. XVII

La obra se presenta en dos planos distintos. En el primero de ellos vemos cinco mujeres que preparan las lanas para la fabricación de tapices. Al fondo, detrás de ellas, aparecen otras cinco mujeres ricamente vestidas, sobre un fondo de tapices. Esta última escena sería la que da título al cuadro ya que recoge la fábula en la que la joven Aracné, al presumir de tejer como las diosas, es retada por Atenea a la confección de un tapiz. El jurado dictaminó un empate pero Atenea castigó a Aracné convirtiéndola en araña para que tejiera durante toda su vida. Poner el mensaje en un segundo plano es un juego que se desarrolló ampliamente en el Barroco.

Nos contaba el otro día Mª Dolores F. Fígares, en su artículo del Ideal refiriéndose a la muerte de Esteban Valdivieso, que "hacía tiempo que no se veía en Granada una demostración de duelo semejante, en la despedida a un devoto de la cultura, a un artista cabal y entusiasta. Esta extraña ciudad se deja ver cálida y sentida con más facilidad en las honras fúnebres que en el diario acontecer, que suele ser áspera y esquiva..."

"...Me fue inevitable pensar que hubiera sido justo que una parte de aquellos apoyos y adhesiones le hubiese alcanzado antes, cuando aún era tiempo."

"En efecto, somos torpes y poco astutos para reconocer el talento allí donde se encuentra, sobre todo cuando viene acompañado de la discreción y la sencillez, como en el caso de nuestro amigo. Esta Granada difícil y compleja suele ser perezosa para abrir caminos y ofrecer oportunidades a sus hijos más singulares. Y digámoslo más claro: quienes tienen en sus manos la posibilidad de que se desarrollen la creatividad y la inspiración están demasiado ocupados en atender sus compromisos y clientelismos, como para rendirse sin condiciones ante las expresiones verdaderas del arte y, cuando aparecen, es como si no se diesen cuenta, o mirasen para otro lado.”

Y continúa más tarde haciendo una reflexión de la vida, de cómo nos vamos configurando nuestro entorno, cómo vamos tejiendo nuestras redes humanas, personas que nos provocan alegría, tristeza, llanto o melancolía.

“Para mí su lección más completa y elaborada es esa sabiduría para tejer a su alrededor redes afables y generosas, que pudiesen convertir los tragos amargos de la vida en dulces bocados, como siguiendo los preceptos de una alquimia de los sentimientos. Quizá vivir sea principalmente eso: ir tejiendo redes, a base de versos, de proyectos, de sueños y experimentos, investigaciones compartidas. A cada paso se produce un nuevo nudo, donde confluyen las energías de quienes vamos encontrando en el camino y se van sumando. Una misteriosa lógica interna, que combina los acontecimientos de manera invisible, parece establecer una especie de código compartido por aquellos que se prenden de manera duradera a esas mallas.

Por algo los sagaces griegos dieron la imagen de las tejedoras a las inteligencias que marcan el destino. En el fondo, lo más apasionante de la vida es poder sostener esas redes a lo largo del tiempo, fortalecidas por las demostraciones de amistad recíproca, de los servicios a las nobles causas de la Humanidad, por la complicidad de sabernos pertenecientes a una misma especie de idealistas soñadores y enamorados. Y el gran misterio es que tales senderos de encuentros permanecen más allá de la muerte, según dicen los que saben y los que sienten.”

Me siento terriblemente afortunado de sentir y sostener esas redes que se han tejido a mi alrededor. Desgraciadamente no creo que esos senderos se encuentren más allá de la muerte. Quiero creer, pero mejor me dedico a fortalecer estas redes en vida, decirle a la gente que me importa lo que realmente significan para mí, cuando aún estoy a tiempo.

"...Me fue inevitable pensar que hubiera sido justo que una parte de aquellos apoyos y adhesiones le hubiese alcanzado antes, cuando aún era tiempo."


ESTA CIUDAD

Esta ciudad de huelga intermitente,
Sus avenidas largas como látigos,
Y plazas que recuerdan viejas citas
Y nombres que los tiempos han borrado.

Esta ciudad con obras infinitas,
Con bosques de cemento amurallado,
Con lluvias de neón y agua bendita
Y muertos que descansan solitarios.

Esta ciudad que sabe de nostalgias,
De poderes, de guerras, de pasados,
De copas, de bohemia, de la noche,
De música y poetas entregados.

Esta ciudad que baila con tu cuerpo
A ritmo de boleros o de tangos,
Que sueñas con tus labios, se emborracha
Y luego llora cuando te has marchado.

Esta ciudad sin duda no es la nuestra,
O tal vez se parezca demasiado.

(Esteban Valdivieso & Javier Benítez)