lunes, agosto 27, 2007

La persistencia de la memoria

"La persistencia de la memoria". Salvador Dalí. S. XX

Este cuadro de Dalí destaca por tener una composición muy estudiada. En primer término y en posición central, destaca una extraña figura: una cabeza blanda con una enorme nariz, de larga y carnosa lengua que sale de ella, pero carece de boca. Su raro cuello se pierde en la oscuridad. Reposa dormida sobre la arena, ya que vemos cerrado su ojo, con unas enormes pestañas.

Tiene encima un blando reloj de bolsillo. A la izquierda, sobre lo que parece una mesa de madera rectangular, aunque incompleta, encontramos otros dos relojes: uno más pequeño, cerrado, sobre el que se apelotona una multitud de hormigas; el otro, enorme, blando y alabeado, se escurre por el borde de la mesa. De ésta nace un árbol roto, con una sola rama sin hojas sobre la que hay un tercer reloj blando. Al fondo, iluminada fuertemente, vemos una cala recortada por acantilados rocosos. Una piedra redondeada proyecta su sombra sobre la arena de la playa, que está desierta. El mar se confunde casi con el cielo cubierto de vaporosas nubes blancas.

Para muchos soy una persona equilibrada, tranquila y pacífica que tiene los pies en el suelo y todo bajo control. Pues nada más lejos de la realidad. Dicen que hay dos tipos de surrealismo:

1) Automatismo: dibujar o escribir sin lógica, moviendo la mano incontroladamente. Adaptado a la vida real consiste en actuar sin lógica ni reflexión, no siendo conscientes de las consecuencias que uno u otro acto pueden causar.

2) Desorientación reflexiva: asociar objetos extraños, surgidos del subconsciente, en espacios lógicos y realistas. Llevado a la práctica consiste en el desarrollo de acontecimientos para nada estudiados ni planeados, en lugares totalmente insospechados, reales, donde el objeto extraño resulta ser uno mismo.

Ahora bien, estas situaciones “surrealistas”, ¿son positivas o negativas? Yo lo tengo muy claro: la surrealidad mantiene mis expectativas vivas, hace que estés pendiente siempre de algo, un "algo" que puede ser una idea, una locura, un proyecto, una persona, una llamada, una mirada... Ese algo que alegra el día, que motiva.

Siendo consciente de que después de todo uno no es más que un objeto surrealista, más difícil es explicar por qué tenemos esa triste sensación de que el tiempo pasa tan rápido. Hace años un verano nos daba para hacer mil cosas. Éramos niños, nos pasábamos todo el día jugando, no nos preocupábamos por nada.

Un niño vive el presente y siente el presente. A veces pienso que con el paso de los años perdemos el presente, y así perdemos la vida. Antes no me preocupaba del pasado ni del futuro. Cuando nos encerramos en aquello que nos ha causado tristeza o frustación en el pasado, o cuando no dejamos de pensar en nuestros proyectos y nuestros objetivos, se nos olvida vivir el presente: ese momento de aquí y ahora. Quiero hacerlo y no me importa nada ni nadie. Decía Lennon que la vida es lo que te va pasando mientras intentas hacer otros planes.

Después de la tormenta viene la calma, y después de la calma vuelve la tormenta. Después del día viene la noche, y después de la noche otra vez el amanecer. Asumo que todo forma parte de la vida. No busco un amanecer eterno, no le exijo resultados al tiempo. Me preocupo por lo que estoy sintiendo en este momento, cuando toda mi vida se convierte en presente y dejo de pensar en el áspero pasado ni en el esperado futuro. El tiempo en presente no es corto, es INFINITO.

Y para aquellas personas que piensan que soy demasiado optimista y que me alejo de la realidad, les dejo un par de reflexiones surrealistas:

- “Sean realistas: pidan lo imposible”.

- “Durmiendo se trabaja mejor: formen comités de sueños”.