martes, noviembre 06, 2007

El fusilamiento de Torrijos


"El fusilamiento de Torrijos". Antonio Gisbert. S.XIX




Verdadero alegato en defensa de la libertad y grito contra el autoritarismo.

José María Torrijos había sido capitán general de Valencia y ministro de la Guerra durante el Trienio Liberal, teniendo que exiliarse al recuperar Fernando VII el poder. Desde su exilio en Inglaterra intentó en varias ocasiones sublevarse contra el monarca. El gobernador Vicente González Moreno le ofreció su apoyo si embarcaba desde Gibraltar hacia Málaga con 60 de sus más allegados hombres, apoyo que se convirtió en traición por lo que Torrijos y sus compañeros fueron abordados por un guardacostas y obligados a desembarcar en Fuengirola. Tras su apresamiento, el 11 de diciembre de 1831 fueron fusilados en las playas malagueñas, por delito de alta traición, sin juicio previo.

Los prisioneros que van a ser ejecutados se alinean en pie y maniatados, de frente al espectador, esperando el próximo momento de la muerte. Torrijos encabeza el grupo y se dispone en el vértice, cogiendo de las manos a dos de sus compañeros

Uno de los elementos más interesantes de la composición es la facilidad de Gisbert para mostrar las sensaciones a través de los gestos de los personajes: preocupación, rabia, desaliento, resignación, desafío, etc.

Siempre he sentido admiración por este personaje y por esta obra. Con valor y gallardía espera impasible el fatal desenlace. No se arrepiente de nada, solo de no haber tenido más suerte o habilidad en conseguir sus propósitos. Decía Fito “me da pena que se admire el valor en la batalla”... en muchas cosas puedo estar de acuerdo con él, pero viendo este cuadro... admiro el valor, la rebeldía, las ganas de luchar, de levantarse... de VIVIR, aunque por tomar esta decisión a nuestro personaje le vayan a pegar un tiro en la cabeza.

Kundera decía que “el ser” está lleno de una “insoportable levedad” porque cada uno de nosotros tiene sólo una vida por vivir: “Einmal ist Keinmal” (“una vez es nunca”, esto es, “lo que sucedió una vez pudo no haber sucedido nunca”).

De este modo, cada vida es esencialmente insignificante, cada decisión (aunque sea casual) es esencialmente irrelevante. Luego, ya que las decisiones no importan, ellas son leves: no nos atan. Pero al mismo tiempo, la insignificancia de nuestras decisiones (nuestras vidas o nuestro ser) es insoportable.

En cualquier caso uno puede sentirse insignificante... ¿pero cómo vamos a pensar lo mismo de esas personas que admiramos, que se entregan, que están con una venda en los ojos esperando que las fusilen, dueñas de sus vidas y de sus almas?

Yo creo que las casualidades son las que deciden el destino de nuestra vida. Hacerlo todo por un ideal y al final darse cuenta de que lo realmente importante es lo que tenemos cerca.

”La casualidad es siempre actual: ten siempre a punto el anzuelo. En la tranquilidad de las aguas, donde menos lo esperas, estará tu pez”. Ovidio.


"La oportunidad dorada que estás buscando está en tí mismo. No está en tu entorno; No está en la suerte o en las casualidades; No está en la ayuda de los demás. Está solo y completamente en tí mismo". Orison Swett Marden