lunes, octubre 22, 2007

La columna rota



"La columna rota". Frida Khalo. S. XX



Cada pintura de Frida Khalo, en lugar de ser un simple autorretrato o naturaleza muerta, recoge un momento de su vida. Reflejan las emociones de su turbulenta relación con su marido, el famoso muralista Diego Rivera, el dolor físico y emocional que tuvo que soportar a lo largo de toda su vida, como consecuencia de un trágico accidente de autobús y su incapacidad de tener hijos. Durante su vida, Frida pintó unas 200 obras directamente relacionadas con sus experiencias en su vida.

Fue durante sus meses de convalecencia cuando Frida empezó a considerar la pintura seriamente…"para combatir el aburrimiento y el dolor" dijo. "Sentí que todavía tenía suficiente energía para hacer algo diferente de estudiar para convertirme en un médico. Sin prestarle ninguna atención especial, empecé a pintar". Fue el principio de una carrera para Frida que duraría toda su vida.

En 1944, cuando Frida pintó su autorretrato, su salud se había deteriorado hasta el punto de tener que llevar un corsé de acero para sujetar su columna vertebral. Las correas del corsé parecen ser lo único que aguanta el cuerpo roto de la artista en una pieza y erecto. Una columna jónica, rota en varias partes, representa su columna dañada. La dramática abertura en su cuerpo y las fisuras del seco paisaje se convierten en símbolos del dolor y la soledad de la artista. Este sentimiento se ve acentuado por el poderoso símbolo de los clavos atravesando su cara y cuerpo. El clavo más largo agujereando su corazón indica la fuente de el dolor emocional causado por Diego.

Frida está sola, llorando en una vasta llanura bajo un cielo tormentoso. Quizás es su manera de decir que tiene que manejar su dolor físico y emocional por si misma.


LA VIDA ES UN FRAGMENTO

En una aldea había un anciano muy pobre, pero hasta los reyes lo envidiaban porque poseía un hermoso caballo blanco.

Los reyes le ofrecieron cantidades fabulosas por el caballo, pero el hombre decía: "Para mí, él no es un caballo, es una persona. ¿Y cómo se puede vender a una persona, a un amigo?" Era un hombre pobre pero nunca vendió su caballo.

Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. Todo el pueblo se reunió diciendo:

-Viejo estúpido. Sabíamos que algún día le robarían su caballo. Hubiera sido mejor que lo vendieras. ¡Qué desgracia!

-No vayan tan lejos -dijo el viejo-. Simplemente digan que el caballo no estaba en el establo. Este es el hecho, todo lo demás es juicio de ustedes. Si es una desgracia o una suerte, yo no lo sé, porque esto apenas es un fragmento. ¿Quién sabe lo que va a suceder mañana?

La gente se rió del viejo. Ellos siempre habían sabido que estaba un poco loco. Pero después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado, se había escapado. Y no sólo eso, sino que trajo consigo una docena de caballos salvajes.
De nuevo se reunió la gente diciendo:

-Tenías razón, viejo. No fue una desgracia sino una verdadera suerte.

-De nuevo están yendo demasiado lejos -dijo el viejo-. Digan sólo que el caballo ha vuelto... ¿quién sabe si es una suerte o no? Es sólo un fragmento. Están leyendo apenas una palabra en una oración. ¿Cómo pueden juzgar el libro entero?

Esta vez la gente no pudo decir mucho más, pero por dentro sabían que estaba equivocado. Habían llegado doce caballos hermosos...

El viejo tenía un hijo que comenzó a entrenar a los caballos. Una semana más tarde se cayó de un caballo y se rompió las dos piernas. La gente volvió a reunirse y a juzgar:

-De nuevo tuviste razón -dijeron-. Era una desgracia. Tu único hijo ha perdido el uso de sus piernas y a tu edad él era tu único sostén. Ahora estás más pobre que nunca.

-Están obsesionados con juzgar -dijo el viejo-. No vayan tan lejos, sólo digan que mi hijo se ha roto las dos piernas. Nadie sabe si es una desgracia o una fortuna. La vida viene en fragmentos y nunca se nos da más que esto.

Sucedió que pocas semanas después el país entró en guerra y todos los jóvenes del pueblo eran llevados por la fuerza al ejército. Sólo se salvó el hijo del viejo porque estaba lisiado. El pueblo entero lloraba y se quejaba porque era una guerra perdida de antemano y sabían que la mayoría de los jóvenes no volverían.

-Tenías razón, viejo, era una fortuna. Aunque tullido, tu hijo aún está contigo. Los nuestros se han ido para siempre.

-Siguen juzgando -dijo el viejo-. Nadie sabe. Sólo digan que sus hijos han sido obligados a unirse al ejército y que mi hijo no ha sido obligado. Sólo Dios sabe si es una desgracia o una suerte que así suceda...


No juzgues o jamás serás uno con el todo.

Te quedarás obsesionado con fragmentos, sacarás conclusiones de pequeñas cosas.

Una vez que juzgas, has dejado de crecer.

1 Comments:

Blogger vehemente said...

No hace mucho tuve la imperiosa necesidad de repasar su obra e intentar entender mejor su arte; pero no había nada que entender, es así. Sincera y cruel, imprime sus obras con una inequívoca seña de identidad, tintando con elementos del folklore popular, una interpretación muy personal del movimiento surrealista.

Tan bella y tan rota…nunca deja indiferente. Dolor, sequía, angustia, desesperación, lágrimas, ahogo, soledad, sufrimiento… amor, bellaza, color…y dualidad. Entre dos países, dos culturas, dos sexos, dos sentimientos, entre la modernidad transgresora y el más tradicional de los instintos maternales… (“Las dos Fridas”) Expresiones pictóricas viscerales, sin dobleces. Claro que era su desahogo; era su forma de gritar!

Mi obra preferida, “Raíces”, es más que un cuadro de alguien que nunca conocí…

24 octubre, 2007  

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